El carril peatonal

Publicado: 27/06/2016
La Mesa de los Veladores propone una franja reservada a los peatones entre los edificios y las terrazas de los bares
Más de un año después de la toma de posesión de Espadas, una de las tantas mesas de diálogo impulsadas por el alcalde para intentar contentar a tirios y troyanos con su política de no disgustar a nadie y de que los colectivos en conflicto definan ellos mismos las soluciones, y hasta se las autogestionen sin necesidad de que el Ayuntamiento tenga que ejercer la autoridad (recuérdese por ejemplo, la apelación a los colectivos religiosos para que se autorregulen y reduzcan tantas procesiones que dejan en evidencia la falta de policías), la denominada Mesa de los Veladores ha llegado a la obvia conclusión para todos, menos para el sector turístico como parte interesada, de que hay un exceso de veladores, especialmente en el eje calle San Fernando-Avenida y en la calle Betis.

De la conclusión de la Mesa se colige que debe haber establecido un número racional de veladores que pueden soportar esas vías públicas y en función de ¿qué? criterios, para determinar así que por debajo de ese límite habría una carga admisible o sostenible y, por encima, ese exceso del que se ha hablado, pero sin que se haya difundido ningún dato objetivo que nos permita ampliar la visión sobre el asunto.

Recuérdese que en la actual Ordenanza municipal, aprobada hace tan sólo tres años durante el mandato de Zoido, se especifica que por cada licencia de veladores que expida el Ayuntamiento -recauda en torno a un millón de euros anuales por este concepto- el titular de la misma puede ocupar un máximo de 100 m2 de vía pública e instalar también como máximo 25 veladores en ese área, que debe delimitarse con tachuelas o cualquier sistema de marcas para que quede claro cuál es el espacio objeto de la concesión.

Corralitos

Aparte de la doble fila de tachuelas de los carriles-bici (porque casi desde el principio en esas vías ya no hay un solo carril-bici, sino dos en cada sentido), en la calle San Fernando y en la Avenida ¿se ha cumplido esa obligación de señalizar el espacio de los veladores? Allí donde se está haciendo no es con marcas en el suelo franqueables, que permitieran el paso de los transeúntes cuando no hubiera clientes sentados en los bares, sino que se está acotando el terreno con paneles de metacrilato u otro tipo de barreras de separación que multiplican la imagen de corralitos infranqueables por los peatones, los cuales se ven condenados a luchar por el espacio “sobrante” con ciclistas, patinadores y tranvía, entre otros.

Para tratar de paliar este desaguisado, los miembros de la Mesa de los Veladores han propuesto en su informe (obsérvese que tras la fase de diagnóstico, que ha durado un año y permitido a Espadas escudarse en la existencia de la Mesa para mantener el “statu quo” sin mojarse en ningún sentido y cruzando incólume para su partido dos procesos electorales, hemos pasado a la fase de propuestas) que se limite la extensión máxima que puedan ocupar los veladores, de forma que la zona más cercana a las fachadas se configure como un itinerario peatonal libre de obstáculos.

Corredor ya previsto

Lo que la Mesa de los Veladores ha propuesto es ni más ni menos que la creación de un carril peatonal, una especie de corredor humanitario que permita a los sufridos viandantes cruzar por el Centro, aunque sea en fila india y sin tener que saltar por encima de sillas y mesas de los bares y sorteando ciclistas, patinadores, inexpertos usuarios de plataformas segway, coches de caballo y los tranvías que circulan en uno y otro sentidos.

Pero es que el “carril peatonal “ ya está contemplado en la actual Ordenanza municipal, en la cual se fija un espacio mínimo (atención, mínimo, no máximo) de metro y medio entre los muros de los edificios y los primeros veladores, para permitir el paso de las personas.

Que la Mesa de los Veladores proponga como “solución” que se haga lo que ya está estipulado en la Ordenanza desde el año 2013 es la demostración del incumplimiento de la norma sin consecuencias para quienes la incumplen y de que para ese viaje de un año de la susodicha Mesa no hacían falta tales alforjas, ya que acaba preconizando que se haga lo que estaba previsto que se hiciera y debería haberse hecho pero que no se ha ejecutado.

Al final va a resultar que la Mesa le va a acabar dándole la razón a la patronal de la hostelería, que insta a Espadas a que empiece por hacer cumplir la Ordenanza y se deje de plantear “experimentos” de reducciones de licencias y de horarios (ya se sabe que con las cosas de comer no se juega y que, por tanto, los experimentos, mejor con gaseosa no vayan a acabar explotando).

La patronal, cuyo nuevo presidente se ha estrenado en el cargo pidiendo todavía más ocupación de la vía pública, podría ayudar al alcalde de la “autorregulación” instando a sus asociados a dar ejemplo con el cumplimiento de la Ordenanza y así ni siquiera haría falta la existencia de la Mesa de los Veladores ni tendríamos este debate en la ciudad.

Excesos

Espadas no ha dejado pasar la oportunidad de aludir, como suelen hacer todos los gobernantes, a la herencia recibida. Así, se ha referido al “exceso de autorizaciones” del gobierno de Zoido, que ha provocado “un problema de congestión, de movilidad y de estética”, ha dicho.

Tiene razón, ya que según las estadísticas extraoficiales Monteseirín se fue dejando en las calles 9.635 veladores, mientras que Zoido hizo lo propio cuatro años más tarde pero con licencia para 13.679 (un 42% más). Casi medio año después de su toma de posesión, Espadas, según declaró Antonio Muñoz en noviembre pasado, había reducido su número a 12.192 (un 11% menos). Habría que exigirle al Ayuntamiento que difunda mensualmente la estadística del número de veladores que colonizan calles y plazas, al igual que divulga la cifra de los turistas que pernoctan en los hoteles, ya que tan indicadores del sector turístico son unos como otros.

Sin embargo, al actual alcalde hay que achacarle la autorización de los veladores en la Campana, en una demostración de que la cuestión no es sólo cuantitativa, sino también cualitativa: se pueden saturar aún más los espacios emblemáticos de la ciudad.

La excesiva proliferación de veladores, según el dictamen de la propia Mesa creada a tal efecto, en la calle San Fernando y en la Avenida es la demostración del “bluff” de la peatonalización de ambas vías principales de la ciudad que “vendió” Monteseirín como uno de los mayores “éxitos” de su época al frente del Ayuntamiento.

Los viandantes tienen ahora mucho menor espacio que anteriormente, y si otrora disponían al menos de aceras diferenciadas y a mayor altura para caminar separados de los vehículos, ahora han circular al mismo nivel disputándose el menguante territorio que les han dejado con veladores, tranvía, ciclistas, patinadores y cualquier elemento que se mueva sobre una o más ruedas.

La pretendida peatonalización ha supuesto en realidad, como en la Plaza de la Encarnación con la Setas, la privatización del espacio público, donde en la práctica el viandante ni es su dueño, como antiguamente lo era de forma natural, ni tiene prioridad, de ahí la propuesta del carril peatonal, equivalente a la de los espacios protegidos que en la Naturaleza se reservan para las especies en peligro de extinción.

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