Es de general conocimiento que para que alguien se eche a la calle sin duda debe tener un motivo. Más en este miércoles, 21 de febrero, cuando el campo motorizado se ha concentrado en las ciudades, generando un caos circulatorio. Madrid "sitiada" por antidisturbios para impedir a las gentes del campo llegar al ministerio de agricultura, que dicen que es el "suyo". No muy lejos el Congreso lleno de diputados que según parece sin quererse enterar. La sesión de control al gobierno se ha desarrollado sobre un tema estrella: "Resultados electorales en elecciones Gallegas” y un rifi rafe mediático de los lideres de los principales partidos sobre quién miente más. Se escenifica con traducciones incluidas, el divorcio real entre la España agitada y la "españa !de lo mío qué! Cuando son cientos de miles de “alguienes”, personas trabajadoras del sector más importante, social y económicamente hablando, el asunto debe preocupar mucho a toda la sociedad en su conjunto y especialmente a quienes tienen la responsabilidad de gestionar políticamente este asunto.
En primer lugar, el fenómeno se conoce porque estas personas del “campo” están protagonizando cortes de carreteras en las principales vías de comunicación. Y como eso altera el normal desarrollo de la actividad económica de todo el país, es noticia. En segundo lugar, la movilización de miles y miles de personas con sus tractores se produce al margen de las organizaciones agrarias conocidas, que no lo lideran. Alguien pretende que detrás de todo hay intereses político-partidarios. Eso que se dice es difícil probarlo ya que, pensando cada cual en lo que le parezca, lo cierto es que las personas que protagonizan estos cortes y enfrentamientos con la Guardia Civil, manifiestas que están “hartas” de tanto engaño y tanto desvarío. En tercer lugar, en las diversas tablas reivindicativas no todas las demandas parecen coherentes, aunque es posible encontrar algún nexo común: a) Hartazgo de burocracia y modificaciones normativas. B) Con las condiciones impuestas a la producción e impuestos establecidos, los números no les salen y sobre todo en las pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas el fantasma del cierre está más aquí que allá. C) Menos aún si deben competir con productos de terceros países, no homologados a las condiciones que la Unión Europea impone al agro. D) Escandalo produce como quienes producen reciben una miseria por la venta de su producción y luego para comprar esa misma producción los consumidores las tiene que pagar a precio de "oro". E) Encima no llueve y la gestión del agua estos años de sequía ha sido "nula".
Se exigen derogaciones: el fin del Pacto Verde Europeo, la no ratificación del tratado de Mercosur, la revisión de los acuerdos internacionales de Libre Comercio o la derogación de las normativas nacionales que tienen como referente la lucha contra el Cambio Climático, la Restauración de la Naturaleza, el Bienestar Animal o la que regula la aplicación de la Política Agraria Común (PAC), entre otras. En fin que tan variadas plataformas difícilmente pueden ser abordadas por las autoridades de Madrid y de Bruselas. Aunque algo de, o bastante, razón les asiste. Quienes presencia a través de los medios la evolución del conflicto difícilmente pueden hacerse una idea del enorme cambio que en el fondo se está planteando en torno a la PAC. Preguntas esenciales estarían relacionadas con la conveniencia de que las personas que habitan en la Unión Europea tengan seguridad. 1.-Seguridad que habrá alimentos sanos para todas. 2.- Que la producción de los mismos respete el medio ambiente y permita frenar los efectos negativos del cambio climático. 3.- Que los precios de estos alimentos sean asequibles. 4.- Que las personas que trabajan en el sector mantengan su actividad y puedan con ella vivir dignamente.
La pregunta esencial es si en una economía de libre mercado puede asegurar estos aspectos esenciales. Conociendo el desarrollo de la economía capitalista la respuesta es un NO, mayúsculo. Ya que la ley de la oferta y la demanda no puede asegurar nada de nada. Por ello se impone la PLANIFICACION en el desarrollo de las políticas agrarias de la Unión Europea para asegurar estos aspectos esenciales. Una vez asumida la necesaria planificación, con la que sólo las grandes multinacionales no comulgan, queda por analizar y corregir los graves errores que la pretendida planificación de la UE viene cometiendo. La primera cuestión sería concretar si sólo hay un tipo de actividad agraria o hay varias, dependiendo del sector, de la dimensión de las fincas o empresas... Parece evidente que los intereses, de quienes producen a escala casi local y quienes producen para la exportación a nivel multinacional, no son coincidentes. La segunda, precisa establecer el papel de la intermediación entre producción, distribución y comercio de los productos agrícolas. La tercera, debería tener en consideración la competencia nociva de productos no seguros importados de terceros países. La cuarta, requiere someter a revisión los procesos de control, de los numerosos aspectos legales que obligan a las gentes del campo, que no tienen en consideración la imposibilidad de desarrollarlos por parte de quienes la ley obliga. Un aspecto esencial que no siempre se presenta es la inevitable relación entre la producción agraria y la estabilización de las poblaciones en la España vaciada. La clave es la Seguridad. Sin duda, para todas las personas productoras y consumidoras. Control de la legalidad, evidentemente necesaria, pero con la mesura precisa para que sea viable. Estabilidad normativa, para evitar el desconcierto y desconocimiento que impiden cumplirla. Se impone la simplicidad normativa, la justa regulación, la protección de productores y consumidores y el cese de la competencia desleal de terceros países (contradictoria con las mismas exigencias que se imponen a quienes cultivan en la UE). De paso, por favor, !un poco de agua! Mucha multinacional está haciendo un gran negocio con la exportación agrícola, cuando someten a las gentes productoras de los países de origen a la pobreza. El campo invade las ciudades en toda Europa y esto quizás sirva para que el enorme esfuerzo y energía que se ha derrochado sirva para algo.
Rafael Fenoy Rico