Hay otra ciudad, otro Jaén, que no suele ser noticia, pero que está ahí y es parte de la realidad social de este país, pensaba ayer en alto el sacerdote de Belén y San Roque, Juan Herrera, que coordina el comedor de la parroquia. Hace unos días, una vecina de la capital se acercaba por primera vez al comedor de San Roque para informarse de cómo podía ayudar. Tenía la hucha de su hijo, fallecido recientemente con 25 años y quería hacer algo bueno con aquel dinero. “Cada vez hay más personas que colaboran con el comedor, pero este caso nos ha sobrecogido”, explica el párroco.
Tras la conversación, la afligida madre compró alimentos con el dinero de la hucha de su hijo y los llevó al comedor, donde estos días están sirviendo para aliviar la situación de cada vez más personas que acuden a San Roque a cenar cada noche. Juan Herrera cuenta con admiración y agradecimiento cómo decenas de familias, de jienenses ayudan cada mes al comedor con dinero o se acercan para conocer qué hace falta. “Ajos y especias”, le decían recientemente a un vecino los cocineros del comedor, ya que los guisos no solo precisan legumbres, arroz, pasta u otros alimentos, sino que hay que cocinarlos.
Cerca de veinte familias colaboran todos los meses con el comedor de San Roque y cada vez son más las ayudas que se reciben y que permiten dar un servicio todo el año y no sólo durante la campaña de aceituna, tal y como creen muchas personas. “Hay gente que viene con cinco euros y te dicen que no tienen más, que no te pueden ayudar más”, cuenta un agradecido y esperanzado Juan Herrera.
Y todo ello pasa aquí, cada día, cada semana, cada mes y cada año desde 2009.