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Alfonso Alcántara: “Jerez necesita integración”

La Junta de Andalucía ha reconocido la trayectoria de Alfonso Alcántara como docente y director del IES San Telmo por medio de la Medalla al Mérito Educativo. Aunque Alfonso asegura que “sin desmerecer la medalla, yo ya estaba reconocido. Mi medalla son mis alumnos”

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  • Alfonso Alcántara -

“Nadie quería ir a San Telmo. Los profesores nos duraban como mucho un curso”. Así se refiere Alfonso Alcántara al antes y al después del IES San Telmo. Un proceso de transformación que, como él apunta, comenzó “no solo por mí, sino por un equipo humano que fue capaz de crear cordialidad, dar estabilidad al profesorado del centro y establecer lazos con los alumnos”.
Lo que se hizo en San Telmo “no se vendió bien, pero fuimos pioneros en muchas cosas”. Alfonso Alcántara no se equivoca, porque habla desde la perspectiva que da el tiempo. Tiene ahora 67 años, y ha pasado 33 siendo profesor y director de un centro que “pasó una época muy complicada en los 80, que fue cuando yo llegué”. La falta de recursos y los problemas del barrio no supusieron una cuesta arriba para Alfonso y su equipo, que vieron en San Telmo la posibilidad de modelar a unos chavales “que tenían la autoestima por los suelos”, por medio de “dignificarlos y mostrarles sus potencialidades. A ellos ahora les quedo eso, y así me lo cuentan a día de hoy cuando me los encuentro por la calle: les ha quedado el espíritu de lucha, de buscarse la vida y de no darse por vencido”.
Y reconoce que sus alumnos “no querían ir de excursión por miedo a que los señalaran como ‘de San Telmo’”. De esa marginación “somos parte todos como sociedad. Y una de las cosas que hizo mi equipo en esos años fue transformar el centro hasta el punto de que todos se enorgullecieran de haber salido de San Telmo”. Hoy puede decir que “el centro ha sido cuna de gente luchadora y comprometida con la sociedad. ¿Cómo no me va a llenar de orgullo una cosa así?”.
No hace falta darle pie para que cuente, porque su trayectoria habla por si sola y tiene mucho que decir: el colegio (luego instituto de secundaria también) se convirtió en un “núcleo que irradió a las familias, y a todo el barrio”.
Reconoce que al principio muchos padres iban a hablar con él y le decían: “mire usted, yo sé que ustedes son muy buenos. Pero yo no quiero que mi hijo se relacione con la gente de este barrio”. “A mí eso me dolía una barbaridad”. Pero puede atribuirse el mérito de que, años más tarde, esa actitud deviniera en orgullo. “Cuando un padre me decía eso mismo, yo le respondía: ‘¿Sí? ¡Pues tú te lo pierdes!’”.
Alfonso ha sido condecorado esta semana con la Medalla al Mérito Educativo, que ha recibido de manos de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, en un acto al que estaban invitados el consejero de Educación, Antonio Ramírez de Arellano, y el ex ministro de Educación, Ángel Gabilondo, entre otros. Aunque “sin ánimo de despreciar la medalla, yo ya estaba más que reconocido. Mis medallas son mis alumnos”, dice a boca llena. “Y son todos mis alumnos. Todos. Los que ahora son licenciados y trabajadores, pero también aquellos que, por desgracia, han caído en el drama de la droga”. A todos ellos seguro que les queda una cosa: “el espíritu de lucha y de buscarse la vida”, porque asume, con honestidad que “San Telmo es un gran barrio, con una gente maravillosa con la que yo he sido profundamente feliz y me ha aportado mucho. Pero también es un barrio muy asistencializado, con todo lo que ello conlleva”.

Caridad vs. Dignidad
A Alfonso hay una cosa “que le pone malo”: él entiende que, “aunque se hace con toda la buena intención del mundo y como una medida de extrema urgencia”,  ver las colas de personas en el comedor de El Salvador es una imagen que no ayuda nada.
En las zonas deprimidas, sostiene, “hay que estimular las potencialidades de las personas para que se busquen la vida”. Alfonso se siente “muy orgulloso” de que alumnos suyos hoy sean propietarios de sus propios negocios, y dueños de sus vidas: “el otro día me escribió un antiguo alumno que me contó que estaba trabajando como profesor de español en una ciudad de Siberia”.
Se siente completo. “Mi destino estaba aquí. No me habría sentido completo en otro sitio.”, y sentencia que se siente “jerezano por los cuatro costados”.
Su trayectoria, la que ahora ha sido reconocida, parte de la base de que los centros tienen que atender el aspecto académico, pero también a la persona en su totalidad: “los niños necesitan tiempo. No son electrodomésticos con manual de instrucciones”.

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