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Bulgaria, el país más pobre de la UE, se prepara para ser el próximo camino en la ruta balcánica

Está en estado de alerta por ser posiblemente el próximo camino de la llamada "ruta balcánica" que toman los refugiados en su huida hacia el centro y el norte de Europa

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  • Refugiados -

Bulgaria, el país más pobre de la Unión Europea (UE), está en estado de alerta por ser posiblemente el próximo camino de la llamada "ruta balcánica" que toman los refugiados en su huida hacia el centro y el norte de Europa.

Para limitar el acceso de los emigrantes el Gobierno búlgaro, liderado por el populista conservador Boiko Borisov, intensifica la construcción de una valla alambrada a lo largo de la frontera con Turquía que es vigilada por el Ejército y la Policía.

Las autoridades búlgaras esperan terminar la siguiente fase de las obras a finales de marzo para cuando se espera que se incrementen las salidas de refugiados desde Turquía.


Además, los vecinos balcánicos de Bulgaria, es decir, Serbia, Macedonia y más al oeste Croacia y Eslovenia han decidido limitar el tránsito de refugiados a solo 580 personas por día.

Eso hace que Bulgaria, que tiene frontera con Grecia, Macedonia y Turquía, se pueda convertir próximamente en una nueva ruta alternativa hacia el centro y norte de Europa.

Según la Dirección Superior de Policía búlgara, la valla en la frontera con Turquía tendrá una longitud de 160 kilómetros, cinco veces más que el plan inicial.

La frontera entre los dos países tiene una extensión de 259 kilómetros, la mayor parte delimitada por ríos y por zonas de bosques y campos.

Hasta ahora se han terminado unos 70 kilómetros de la valla y quedan otros 90 kilómetros por cerrar este mismo año, señaló esta semana una fuente de la policía búlgara.

La mayoría de los refugiados han llegado a Europa por mar, desde la costa turca hasta algunas islas griegas, para tomar de allí la ruta balcánica hacia el norte.

Estos emigrantes viajaban hasta ahora "prácticamente gratis" por los Balcanes Occidentales hasta Austria y de allí a Alemania, según el director del Centro Internacional de Desarrollo de Política Migratoria (ICMPD, en sus siglas en inglés), Martijn Pluim.

Pero eso cambiará con el paulatino cierre de las fronteras en la región y exigirá a los nuevos refugiados invertir mucho dinero para que las redes de traficantes de personas los trasladen a través de rutas cada vez más complicadas, advirtió Pluim en declaraciones a la prensa austríaca este viernes.

Una de las rutas más probables pasará por Bulgaria, aseguró el director de ICMPD al destacar que la cooperación con Grecia y Turquía será "esencial" para gestionar este nuevo flujo de refugiados.

Para afrontar el desafío, el Parlamento búlgaro aprobó el pasado jueves una reforma legal que permitirá desplegar al ejército en la frontera con Turquía para tratar de contener la presión migratoria.

La medida propuesta por Borisov permite a los soldados patrullar de forma conjunta con la policía nacional y el cuerpo especial de fronteras, cuyos efectivos han sido acusados en el pasado de abusos contra los refugiados.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) denunció en enero supuestos malos tratos de parte de agentes búlgaros contra refugiados.

La policía no solo impide el acceso de los emigrantes sino que les obliga, a veces de forma violenta, a volver a Turquía.

Además, se les acusa de cometer maltratos y palizas, así como amenazas con armas o perros, y robos de sus posesiones, como teléfonos móviles y dinero.

A pesar de los desmentidos oficiales, una fuente de la policía búlgara que pidió el anonimato, aseguró a Efe en Sofía que las palizas a inmigrantes son habituales e incluso respaldadas por órdenes verbales, nunca escritas, que solo exigen "tener cuidado con niños y mujeres embarazadas".

Según datos de la ONG Comité de Helsinki en Bulgaria, las agresiones denunciadas casi siempre señalan a agentes de la policía nacional, que actúan como refuerzo del cuerpo de Policía de fronteras, pero que este cuerpo profesional tampoco las impide.

Con la nueva ley, el Gobierno búlgaro podrá ordenar en cuanto lo considere oportuno el despliegue de fuerzas militares (entre 2.000 y 3.000 agentes) para frenar una llegada masiva de refugiados.

El año pasado entraron al país balcánico unos 30.000 refugiados, sobre todo de Oriente Medio, y 5.500 recibieron asilo.

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